Si ya te truenan las rodillas como a mi, puede que uno de tus miedos de la infancia fuese que el chupacabras te atacara. A mi me daba miedo eso cuando era chiquita y escuchaba la noticia a desgano mientras jugaba en el patio, algún domingo, con esa sensación en el estómago que años más tarde logré reconocer como un síntoma de ansiedad que me causaba la separación semanal.
En esos momentos no podía imaginarme que un día me iban a dar más miedo los varones de mi misma raza. Yo no sabía que me iba a dar miedo que un día me secuestraran, violaran, violentaran o mataran. Cuando era pequeña tenía miedo de morir atropellada o de perderme.
¿Y si te dijera que todos tus miedos son a causa de cosas que te están pasando en otras vidas?
Se siente cada que le pasa a otra. Se siente su dolor y su miedo.
Si no eres mujer, no lo lograrás entender al nivel en el que nosotras nos conectamos y nos duele su pérdida y la de sus cercanos, la frustración de que una no aparezca, la tristeza cuando la vemos violentada y el dolor cuando la perdemos.
Cómo quiero que eso no pase nunca más. Y cómo quiero también que nosotras nos sepamos el lugar seguro de todas, que seamos más sororas y honestas.
Comentarios
Publicar un comentario