Sin redes

Lunes 4 de octubre.

El día empezó en una sucesión ridícula de eventos que fueron haciendo que la agenda diera un tropezón tras otro.

Desperté "temprano" y me costó volver a dormir. Cuando por fin lo logré, empecé a recibir mensajes de buenos días y para resolver pendientes de los que no quería ocuparme a esa hora. 

Me levanté un poco antes de lo planeado con la intención de adelantar mis labores y completar a tiempo las tareas. Bebí un te chai mientras practicaba idiomas, luego la aplicación no cargó más. 

No había internet en casa. Mis mensajes de whatsapp nunca salieron. Obviamente no cargaba la app de la compañía de Internet. El teléfono proporcionado en el material impreso que me dieron el día de la instalación no conectaba. 

Apagué el wifi para que no entorpecieran el uso de los datos móviles pero los mensajes de whatsapp no se iban. Y siguió sin cargar la app de idiomas. Llamé a la compañía celular y me dijeron que las redes sociales estaban caídas. Pero a mi no me cargaban ni las apps ajenas a ellas. En fin, la chica de la compañía celular me dice que con los datos no hay problema. 

Puse un video en youtube mientras lavaba trastes, me bañaba y me vestía. Me arreglé para la junta, revisaba unas cosas y se le acabó la pila al mouse. 

No tenía el link para entrar a la reunión y no podía pedirlo por aquella app caída. Me metí al correo esperando que la persona que quise contactar estuviese más pendiente de él que yo que lo revisé a principios de año por intentar rescatar una contraseña. 

Me dieron el link a la reunión y me pude conectar a tiempo. Pero no podía acceder. Mandé otro correo. Habían pasado unos minutos cuando se conectó la llamada. Sólo él y yo, no había nadie más en la reunión. 

Esperamos un rato y entraron 2 personas más. Al cabo de media hora consideramos prudente terminar la llamada y me indicaron que tan pronto se restableciera la comunicación, buscarían se me agregara al grupo para dar indicaciones de las próximas sesiones y reagendar la reunión que hoy no se logró llevar a cabo. 

Desde la noche anterior había tenido dificultades para pagar un libro, y cuando quise ponerme en contacto con alguien para resolver mi duda me daba un link para hacerlo por whatsapp, así que decidí salir a comprarlo directamente a la tienda. 

Habían pasado algunas horas y mi cuenta de spotify tenía algunos problemas para funcionar porque se conecta con la cuenta de otra red social. 

Empecé a escribir todo esto en el camino, pero me di cuenta de que la carga de batería de mi teléfono estaba cerca del 30%, así que decidí ahorrar batería. 

Pasé a una placita a comer y vi a unos sujetos que me miraban fijamente y mi cabeza empezó a crear escenarios tan reales que me asusté y empecé a sentirme observada. Hice todo lo que se me ocurrió prudente para mantenerme segura. 

Llegué a la librería, donde pensé que me sentiría segura pero mi mente es sorprendentemente buena para crear escenarios caóticos, así que seguí en el juego de escapar. Pagué el libro y salí con rumbo a casa, buscando a cada momento la mejor ruta. 

Habiendo llegado a mi transbordo me acordé que necesitaba la pila para mi mouse, así que pasé al supermercado por ella, donde me expusieron las excusas más ridículas para pedirme que dejara mi mochila en paquetería, pero no la chamarra. Cosas relacionadas con su pseudo protocolo de higiene. En la fila para pagar las pilas había un hombre pagando una cantidad bien grande de refrescos platicando con la cajera de que se había sofocado, sintió algo atravesado en la garganta y se puso débil, entonces las personas de una marca de refresco se le habían acercado y tras haberle quitado el cubrebocas, le "echaron aire" con un cartón. Mi cabeza se preguntaba porqué había personas que consideraron hacer todo eso con alguien con tal sintomatología y el asunto de guardar mi chamarra en paquetería parecía poner en riesgo sanitario al resto de los usuarios de la tienda. 
Por fortuna el hombre se recuperó, tomó algo de refresco y pudo salir por su propio pie de la tienda.

Yo también me fui a casa después de recoger la mochila de la paquetería donde una de las mujeres que atendían me dijo que no podían guardar suéteres y chamarras porque "se usan" y pueden contaminar los lockers, que además tienen clavos por dentro y ellos no pueden hacerse responsables de los daños a las prendas. Supongo pues que los lockers no se desinfectan después de cada uso y que no les importa si los clavos dañan las mochilas, bolsas y etc de cosas que no son chamarras o suéteres. 

Llegué a casa sintiendo que salir es un horrible error. 

La parte bonita fue el bien lindo trato de Constanza, que hace su trabajo de buen modo y trata a las personas de una manera amable y súper agradable. Esa niña siempre me sorprende con su vibra.

Ya leí la mitad del libro. Tengo sed de lectura, ya despertó.  



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