Con palabras inexpertas pretendí alcanzarte, rozar tu piel cálida y penetrar por tus oídos, entrar en tí, y quedarme ahí, en lo más profundo de tu cuerpo.
Intenté con caricias y besos hacerte sentir la persona más amada del mundo. Incluso si por un instante lo hubiese logrado, habría sido para mí un triunfo. Sentirse así es algo que no se olvida, yo quería llevarte hasta allá.
No importa cuán lejos te encuentres, tu sigues siendo tan querido como cuando estabas aquí. No te quiero lejos. Te quiero entre mis sábanas, tus sábanas. Te quiero en abrazos profundos, en los que nuestros cuerpos buscaban la forma de estar lo más cerca posible, cuando pretendíamos volvernos uno para no tener que separarnos más.
Te quiero a mi lado, quiero tu mano sujeta a la mía mientras caminamos. Te quiero cuando juegas, cuando eres un niño divertido, en confianza.
Te quiero serio, cuando tus pensamientos viajan rápido y no te da tiempo de externar lo que piensas, esas veces que me asusta pensar que estás enojado.
Te quiero molesto, porque eres tú demostrando desagrado, no ignorando lo que pasa, tratando de hacer que detenga esas conductas que te cansan.
Te quiero feliz, porque tus ojos brillan, se vuelven pequeños a causa de tu sonrisa.
Y cuando ríes, cuando se escucha tu risa sincera, es un sonido irrepetible, divino.
Te quiero dormido, vulnerable, buscándome en la cama, abrazándome, sabiéndome tuya inconscientemente, pegado a mí y a lo que somos juntos.
Dime, ¿cómo hago para superar la distancia y quererte a solas?
Que no estés aquí no me hace quererte menos, me hace desearte más.
Y sigo... ensayándote.
Intenté con caricias y besos hacerte sentir la persona más amada del mundo. Incluso si por un instante lo hubiese logrado, habría sido para mí un triunfo. Sentirse así es algo que no se olvida, yo quería llevarte hasta allá.
No importa cuán lejos te encuentres, tu sigues siendo tan querido como cuando estabas aquí. No te quiero lejos. Te quiero entre mis sábanas, tus sábanas. Te quiero en abrazos profundos, en los que nuestros cuerpos buscaban la forma de estar lo más cerca posible, cuando pretendíamos volvernos uno para no tener que separarnos más.
Te quiero a mi lado, quiero tu mano sujeta a la mía mientras caminamos. Te quiero cuando juegas, cuando eres un niño divertido, en confianza.
Te quiero serio, cuando tus pensamientos viajan rápido y no te da tiempo de externar lo que piensas, esas veces que me asusta pensar que estás enojado.
Te quiero molesto, porque eres tú demostrando desagrado, no ignorando lo que pasa, tratando de hacer que detenga esas conductas que te cansan.
Te quiero feliz, porque tus ojos brillan, se vuelven pequeños a causa de tu sonrisa.
Y cuando ríes, cuando se escucha tu risa sincera, es un sonido irrepetible, divino.
Te quiero dormido, vulnerable, buscándome en la cama, abrazándome, sabiéndome tuya inconscientemente, pegado a mí y a lo que somos juntos.
Dime, ¿cómo hago para superar la distancia y quererte a solas?
Que no estés aquí no me hace quererte menos, me hace desearte más.
Y sigo... ensayándote.
Comentarios
Publicar un comentario