Todo comienza a tomar sentido cuando las cosas se van conectando.
Ayer no lo vi. El signo se quedó callado y no tocó esta realidad.
Recuerdo una parte muy corta del sueño; estaba en un hotel de varios pisos desde donde se veía el mar, los ventanales de piso a techo no escondían ni un centímetro de la preciosa vista. Había anochecido y se podían ver lentejuelas inquietas en el horizonte, reflejando la luna.
Abrí los ojos sin darme cuenta de que la intrusa estaba cerca. Tras esperar en sigilo, aprovechó un bostezo y se escurrió por mi boca, llenándome los pulmones. Mientras los párpados se preparaban para hacer sus más de 10 mil intermitencias , otros sistemas se activaban en estado de alerta. No pasó mucho tiempo antes de que comenzara la efervecencia que causó que el mar interno desbordara.
No parecía haber razón, no tenía sentido.
Todos venían vestidos de azul marino. Y sus elegantes trajes se confundían con las estelas de luz que el mar presumía por la noche. No había manera de saberlo. No avisa.
Marchita de desgano me mantuve, otras almas me hicieron compañía, me repitieron mantras de curación, alineando mi columna. Pude ergirme y caminar.
Viento nuevo surcó las barreras para conocer mis pulmones, cuando el sol me sonrió, todo comenzó a ser más claro.
Comentarios
Publicar un comentario