Te ví. Estabas a unos pasos de mí.
Después de tanto tiempo de buscarte, de insistir, de las promesas rotas, de las falsas esperanzas, de tus mentiras, estabas ahí, a unos pasos de mi, como si nunca hubiera pasado nada, sentado platicando con un un amigo de la forma mas tranquila, sin saber siquiera que yo estaba casi frente a ti.
Corrí lejos de ti, aunque lo que en verdad deseaba era correr a tus brazos.
Estabas tan cerca y fui yo quien se alejó, era temprano, acababa de despertar y no se porque estaba en ese lugar y porque salí a la calle con la pijama azul y descalza, pero cuando te ví lo primero que pude hacer fue correr por la calle con los pies descazos. Recuerdo la desagradable sensación de la tierra y el miedo de cortarme con un vidrio.
Llegué a mi casa, apenas una calle después. Pretendía arreglarme para verme bien, quería el primer y último beso.
De alguna forma cuando llegué a casa me di cuenta de que eso no pasaría nunca. Creo que prefiero nunca tenerte frente a mi, así no tendré que decir adiós.
Después de todo, alguien que no existe no me puede hacer daño.
Comentarios
Publicar un comentario