Me han entrado ganas de escribir, a partir del momento en el que he cerrado -momentáneamente- el libro que me ocupa estos días de enero.
No hay algo particular de lo que quiera escribir, simplemente tenía deseos de hacerlo.
Estoy comiendo una vaso de fresas con crema. Las cuales -por cierto- no están hechas, como su nombre lo indica, con crema, sino con yogurt. Lo cual encuentro en cierta forma engañoso. Pero bueno... estando en la cama sentada, con las piernas cruzadas, vistiendo la pijama más cursi del mundo -pero también suave, cálida y cómoda- me pongo a pensar en que no suelo comer en mi habitación. No me gusta hacerlo. Aunque en ocasiones encuentro que es bastante apacible y privada.
En ocasiones me gusta pasar mucho tiempo aquí. No tengo un piano, lo cual es totalmente normal, ya que no sé tocar el piano. Pero por alguna razón me parece que hace falta tener uno aquí mismo y me encuentro mentalmente buscándole un lugar.
Podría hacerlo. Si bien el lugar no es tan grande, podría bien meter un piano vertical, el cual tocaría con manos inexpertas, con timidez, casi pidiéndole perdón por convertirlo en un piano miserable, incapaz de ser tocado de la forma que se merece.
No hay algo particular de lo que quiera escribir, simplemente tenía deseos de hacerlo.
Estoy comiendo una vaso de fresas con crema. Las cuales -por cierto- no están hechas, como su nombre lo indica, con crema, sino con yogurt. Lo cual encuentro en cierta forma engañoso. Pero bueno... estando en la cama sentada, con las piernas cruzadas, vistiendo la pijama más cursi del mundo -pero también suave, cálida y cómoda- me pongo a pensar en que no suelo comer en mi habitación. No me gusta hacerlo. Aunque en ocasiones encuentro que es bastante apacible y privada.
En ocasiones me gusta pasar mucho tiempo aquí. No tengo un piano, lo cual es totalmente normal, ya que no sé tocar el piano. Pero por alguna razón me parece que hace falta tener uno aquí mismo y me encuentro mentalmente buscándole un lugar.
Podría hacerlo. Si bien el lugar no es tan grande, podría bien meter un piano vertical, el cual tocaría con manos inexpertas, con timidez, casi pidiéndole perdón por convertirlo en un piano miserable, incapaz de ser tocado de la forma que se merece.
Pobre de mi piano inexistente, pobre de mi habitación que le extraña, pobre de mi blog que pasa tanto tiempo a solas, hasta que a esta persona se le antoja escribir sinsentidos.
Comentarios
Publicar un comentario