Probablemente nunca te enteres de cuántas escamas de piel tuve que arrancarme antes de sanar el dolor de los besos que te di antes de enterarme de ella, cuánto hice para renunciar a la verdad de saberme parte de una pareja que sólo uno pensaba que era de dos.
Me enamoré de otros ojos y me perdí en sus labios para olvidar que mi esperanza se desmayó donde tu boca pronunció un sí.
El penar que no desvanece tras compañía y placeres, ni mengua al saberte.
Bendita la ignorancia, bendita otra vez.
Hoy asecha la duda y me oprime el desconsuelo que la incorpórea materia produce al impregnarse en mi. No puedo ni deseo voltear la mirada al amor que construí.
¿Puede una acción tercera ser superior a mi?¿será simplemente la costumbre al dolor lo que me atrapa?
No pude escapar al suplicio, no pude ignorar la verdad. No puedo olvidar.
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